Primero definamos qué son las “no-restricciones”. Son todos los elementos del sistema que no son restricciones; son la inmensa mayoría de los constituyentes del sistema. Siguiendo con la trillada analogía de la cadena, son todos los eslabones menos el más débil.
La gestión de las “no-restricciones” debe ser tal que se asegure que éstas colaboren armónicamente para lograr que el sistema se desempeñe a su máximo posible, que está determinado por la actividad de la restricción. Si nos aseguramos que la restricción puede operar a su máximo y que las no-restricciones lo único que hacen es apoyar esta actividad, podemos afirmar que ese sistema, esa empresa, está funcionando a su máximo posible.
El próximo escalón de mejora será aumentar la capacidad de la restricción, pero eso es otra historia.
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